La práctica de la vinificación a lo largo de medio siglo nos ha hecho reflexionar: Si en 1960 tan solo utilizábamos SO2 en la vinificación… ¿Por qué en 2005 precisamos, además de SO2, ácido tartárico, levaduras, enzimas de extracción, cortezas de levaduras, activadores, etc. ? ¿Somos capaces ahora de hacer vino sin esto? Tal es la primera consideración, íntima pero acaso útil a otros.
La vitivinicultura ecológica es intentar cargar más de pensamiento la producción, de modo que produciendo menos, pero con “cabeza”, se pueda obtener el mismo beneficio, viviendo mejor, en consecuencia.
En un extremo está la producción limitada con precio de venta alto y en el otro la producción creciente con precio de venta a la baja. La ecología, aplicada a esto, es desplazar hacia más uso del pensamiento que del esfuerzo físico.
La actualidad en España ya no es únicamente uva barata para invadir mercados. Desde la entrada en la UE las herramientas financieras (inflación e intereses) se han moderado y, como consecuencia, ha subido el poder adquisitivo lográndose, para vinos de gran esfuerzo intelectual, precios compensatorios. Vinos donde, con criterios científicos actualizados, se pretende transmitir al consumidor todo el espíritu de la tierra y de la empresa.
Existe una polarización nefasta que sitúa en un extremo los vinos ecológicos y en otro los convencionales. Esto no es correcto. La realidad nos permite expresar que no existen polos definidos, sino que, dentro de la producción vitivinícola reglamentada y legítima, hay una gradación continua y por ello muchos vinos de los conocidos como convencionales son de hecho ecológicos pero prefieren seguir acreditándose por marca, zona, región mejor que con acreditaciones que suponen novedad.
El beneficiado del vino ecológico es el consumidor. Numerosos estudios revelan que actuaciones inadecuadas en viña en uso de pesticidas, fuera de dosis o de tiempo, no tienen incidencia en el consumidor, pues la vinificación y las clarificaciones despojan al vino de eventuales residuos.
Sin embargo es preciso exponer que el trabajo ecológico de viña y de bodega benefician en gran medida al viticultor, puesto que los riesgos son para él; después, en menor medida, al enólogo y al consumidor nada llega. Por ello la viticultura ecológica supone menos esfuerzos y menos riesgos para el viticultor.
Nuestras notas están orientadas hacia la producción vitivinícola ecológica pero pretenden no limitarse a grupos de vinos definidos por normas, sino ser de utilidad para todo aquel sistema productor que anhele acercarse más a la naturaleza o, al menos, no seguir desvinándose.
© Manuel Ruiz Hernández, 2005