Recientemente, en un ciclo de charlas sobre cambio climático organizado por UAGR (Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja), expusimos nuestra visión práctica para el Rioja en cinco puntos (por ahora).
- Hay ya menos heladas de primavera y menos intensas. Esto es bueno para la calidad y cantidad de uva.
- Hay ya menos noches frías en septiembre. Esto retarda el agostado de la hoja y aminora la acumulación de tanino en el hollejo. Esto es malo para la calidad de la uva. Habrá de tenderse otra vez a estrés hídrico.
- Hay en el ambiente menos población de levaduras, pero son de mayor fuerza fermentante. Esto es bueno, pues las vinificaciones en tinto concluirán mejor para la crianza.
- Hay ya menor poder oxidativo de las levaduras ambientales. Esto es bueno, pues los blancos y rosados se mantendrán brillantes en la botella durante más tiempo.
- Mayor grado de la uva. Esto es malo comercialmente. Pero si este aumento es de 1,5º entonces se debe (según nuestras investigaciones) un 0,5º a cambio climático, otro 0,5º a cambios tecnológicos en bodega (levadura selecta y refrigeraciones) y el otro 0,5º a cambio de cultivo. La intención atenuadora nos orienta hacia el mejor conocimiento de cada suelo.
Los valores peores en viña, y debido a cambio climático, aparecen desde 2006.
Las medidas contra efectos del cambio climático serán difíciles a nivel colectivo por afectar al modelo productivo, pero serán fáciles a nivel de explotación vitivinícola reducida o familiar, pues el modo de resolverlo es un paso más hacia la singularización de su vino.
Los estudios que ahora desarrollamos versan sobre el conocimiento y manejo de los suelos para atenuar los efectos del cambio climático.
Empecemos a trabajar bajo el lema “Contra el cambio climático, las viñas en el mismo sitio, pero con raíces más profundas”.
Lógico es que aprovechemos las ventajas y eludamos o suavicemos los inconvenientes.
© Manuel Ruiz Hernández, mayo de 2016