Los microbios habituales en la uva son bacterias, levaduras y mohos.
Las bacterias que hay en la uva son glubacterias que si la uva se rompe y existe humedad atacan al mosto produciendo la denominada podredumbre ácida que es ni más ni menos hacer comienzo de avinagrado sobre la misma uva.
Los mohos atacan al mosto cuando la piel de la uva se reblandece y hay cierto calor produciendo fundamentalmente olores y gustos muy desagradables que pueden pasar al vino y deteriorando el color de la uva tinta. Tanto los mohos como las bacterias necesitan aire.
En cambio las levaduras pueden prescindir de oxígeno y por ello superan y así conviene, fácilmente a mohos y bacterias. Las levaduras son por lo tanto los agentes de la fermentación vínica. Y decimos fermentación vínica por ser un proceso complejo que del azúcar de la uva produce etanol, glicerina, ácidos acético, succínico, láctico etc anhídrido carbónico, calor etc. Si solo fuera fermentación alcohólica el azúcar solo produciría alcohol, calor y anhídrido carbónico. Por todo ello debemos decir fermentación vinica. Pero si nos fijamos hemos enumerado el producto básico, el alcohol etílico y la máxima expresión de deterioro que es el ácido acético o ácido de vinagre. Según esto una fermentación vinica es correcta cuando forma alcohol y no forma ácido acético. Resulta imposible no formar ácido acético pero es deseable sea mínimo lo cual supone lograr menos de 0,3 gr/l.
¿Cómo manejar las levaduras para que formen poco ácido acético?
Para responder hay que entender el proceso de las levaduras. Existen registradas unas quinientas especies. De éstas tan solo treinta tienen interés en vinificación y de ellas abrumadoramente importa la llamada Saccharomyces cerevisiae que antes se llamaba Saccharomyces ellipsoideus.
Esta especie es muy frecuente y tiene fuerza fermentante y también tiene como virtud formar poco acético. Pero no entra en actividad de un modo simple pues la uva una vez estrujada se infecta con levaduras de hollejo y de la bodega de diversas especies. Algunas de ellas utilizan el oxígeno disuelto al romper la uva y forman acético. Tales son las levaduras llamadas salvajes que suelen iniciar la fermentación por necesitar aire y existir este aire en el mosto recién estrujado. Con este aire forman acético y solo forman hasta 40 de alcohol. Después mueren y proliferan las buenas o Saccharomyces pero estas ya no pueden bajar el acético formado por las precedentes. Por esta razón se pone anhídrido sulfuroso al mosto a razón de 5 a 7 gr/100 kg. Este producto anula las levaduras salvajes y permite a Saccharomyces actuar desde un principio.
Otro modo de actuar es preparar antes levadura Saccharomyces bien mediante “pie de cuba” o adquiriendo levadura seca activa y hacerle dominar desde un principio. En la uva pueden existir mil levaduras por grano o baya. En plena fermentación pueden existir en un centímetro cúbico mil millones. Y en un vino embotellado el nivel es cero. La fermentación dura unos diez días. Se controla a diario mediante densidad y temperatura. Si el depósito es superior a 5.000 litros puede acumularse mucha temperatura. Si la masa en fermentación sobrepasa los 24°C hay peligro de pararse la fermentación pues la levadura no soporta mas de 30°C. Entonces vuelven a tomar actividad las bacterias y avinagran el vino.
Por tal razón la bodega debe tener equipo de refrigeración. Y un problema importante es el “tufó”. Es la acumulación de gas carbónico. Este producto es inerte pero puede, sin intoxicar, causar asfixia ya que invade los bronquios impidiendo que llegue aire a la sangre. De este modo el cerebro y los músculos se ven privados de oxígeno y se pierde capacidad de esfuerzo y capacidad de razonar el peligro. La prueba de la “vela” o “cerilla” sigue siendo fundamental pues situando su llama en zona baja, si se apaga habrá que salir del local hasta que se haya aireado. Cuando la levadura acaba el azúcar del mosto, muere y cae al fondo del depósito. Una levadura mide cuatro micras. Una bacteria una micra y un moho puede medir en filamento hasta 0,3mm. Una micra es la milésima parte de un milímetro. Estos microbios se ven al microscopio mediante 400-600 aumentos.
© Manuel Ruiz Hernández, 2002